dimarts, 10 de març del 2015

Diferencias entre esfuerzos cooperativos y competitivos en la educación

LOS ESFUERZOS COOPERATIVOS


La especie humana parece tener un imperativo de cooperación: Deseamos y buscamos oportunidades para actuar en conjunto con otros pa­ra poder así alcanzar objetivos mutuos. La cooperación es un hecho inevi­table de la vida. Desde la cuna hasta la sepultura cooperamos con otros en nuestras familias, en nuestro trabajo, en nuestros momentos de ocio y en la comunidad, trabajando conjuntamente para alcanzar objetivos comunes. A lo largo de la historia de la humanidad, la gente siempre se ha unido para lograr cosas que nadie hubiera podido hacer solo y para compartir penas y alegrías. Desde la concepción de un hijo hasta el lanzamiento de una nave espacial a la luna, nuestros éxitos exigen cooperación entre las personas.

Cooperar significa trabajar juntos para alcanzar objetivos com­partidos. En las situaciones cooperativas, las personas buscan resultados be­neficiosos para sí mismas y para los otros integrantes de sus grupos. El aprendizaje cooperativo es el uso en la educación de grupos pequeños en los que los alumnos trabajan juntos para mejorar su propio aprendizaje y el de los demás (ver tabla 1.3). Los alumnos sienten que pueden alcanzar sus objetivos de aprendizaje sólo si los demás integrantes de su grupo también los alcanzan (Deutsch, 1962; Johnson y Johnson, 1989). Existen tres tipos de aprendizaje cooperativo: el aprendizaje cooperativo formal, el aprendizaje cooperativo informal y los grupos cooperativos de base . Pero no todo agrupamiento es cooperativo. Para que un grupo resulte realmente cooperativo se deben llevar a la práctica varios elementos básicos . El papel del docente se centra en la implementación de estos ele­mentos en las clases cooperativas.

Los esfuerzos cooperativos dan como resultado que los partici­pantes reconozcan que todos los integrantes del grupo comparten un desti­no común (“Nos salvamos juntos o nos hundimos juntos”); trabajen para el beneficio mutuo de manera que todos obtengan réditos del esfuerzo de ca­da uno (“Tus esfuerzos me benefician y mis esfuerzos te benefician”), reco­nozcan que el desempeño de cada uno es provocado mutuamente por uno mismo y por sus colegas (“La unión hace la fuerza”), otorguen poder a los demás (“Juntos, podremos lograr lo que nos propongamos”) y se sientan or­gullosos y festejen conjuntamente los logros de cualquier integrante del gru­po (“¡Te sacaste un 10! ¡Es maravilloso!”).

En los últimos cincuenta años, el aprendizaje cooperativo ha sido la estruc­tura de objetivos menos usada en la educación. El empleo del aprendizaje cooperativo tiene críticos y defensores. El desacuerdo puede resolverse me­diante: (a) el análisis de las investigaciones  y (b) el detalle de la naturaleza del aprendizaje cooperativo constructivo, el papel del docen­te en su puesta en práctica y los elementos básicos que lo hacen funcionar 


TABLA 1.3. Aspectos de la cooperación
Los miembros de la clase son ubicados en grupos pe­queños (con frecuencia, heterogéneos) y se les ense­ña a: (a) aprender los materiales asignados y (b) ase­gurarse de que todos los demás integrantes del grupo hagan lo mismo.
Niveles de cooperación
La cooperación puede extenderse a la clase entera (asegurando que todos hayan aprendido el material asignado) y a la escuela (asegurando que todos los alumnos de la escuela estén progresando académica­mente).
Esquema de interacción
Los estudiantes estimulan el éxito de los demás. Dis­cuten los materiales con otros, explican cómo com­pletar la actividad, escuchan las explicaciones del otro, se alientan para esforzarse y se proporcionan ayuda académica. Este patrón de interacción existe tanto entre grupos como dentro de los grupos.
Evaluación de resultados
Se emplea un sistema de estudio y evaluación basa­do en criterios. El acento está puesto usualmente en el aprendizaje y el progreso académico del estudiante individual, pero también puede incluir al grupo en su conjunto, a la clase y a la escuela toda.











LOS ESFUERZOS COMPETITIVOS

Practicamos la competición en las canchas de tenis y en las de golf, en la Bolsa de Comercio, en el campo de deportes, en el pizarrón y en la pista de baile. Se la ensalza en los almuerzos de negocios y en las com­petencias de Junior Achievement. La fomentan con bombos y platillos eco­nomistas y políticos como si fuera la cura para todas las enfermedades fi­nancieras y se la glorifica como la preparación para la vida en el mundo real. Los elogios a la competencia se remontan hasta la Grecia antigua. El lenguaje de los negocios, el de la política e incluso el de la educación es­tán llenos de terminología relacionada con el éxito o la derrota. Uno gana un ascenso o un aumento, vence ala oposición, le gana en astucia a un do­cente, se convierte en una superestrella y pone a sus rivales en su lugar. Competir con un oponente y vencerlo es una de las cosas más reconocidas en la interacción personal de nuestra sociedad.

La competencia consiste en trabajar contra los demás para al­canzar un objetivo que sólo puede alcanzar un estudiante (o unos pocos). En las situaciones competitivas, los individuos buscan resultados que sean beneficiosos para sí mismos y perjudiciales para los demás. El aprendiza­je competitivo consiste en la concentración del esfuerzo del alumno para que se desempeñe mejor y con más precisión que sus compañeros (ver ta­bla 1.4). Los estudiantes sienten que pueden alcanzar sus objetivos sólo si los otros fracasan en alcanzar los propios (Deutsch, 1962; Johnson y John­son, 1989).

TABLA 1.4 Aspectos de la competencia
Objetivo
Se instruye a los miembros de la clase para que se de­sempeñen más rápido y con más precisión que sus compañeros.
Niveles de cooperación
La competencia puede centrarse en el grupo (la bús­queda de ser el mejor del grupo), en la clase (ser el mejor de la clase), en la escuela (desempeñarse en un nivel superior a cualquier otro alumno de la escuela) y a veces en la nación (buscar desempeñarse mejor que cualquier otro ciudadano del país). No se la pue­de extender a la competencia intergrupal sin que se convierta en cooperación intragrupal.
Esquema de interacción
Los estudiantes obstruyen el éxito de los demás. Tra­bajan solos, ocultan su trabajo a los demás, se rehúsan a ayudarlos y pueden interferir con los esfuerzos de los demás por aprender e intentar disminuir su ren­dimiento.
Evaluación de resultados
Se emplea un sistema de evaluación basado en nor­mas. El acento está puesto en la clasificación del de­sempeño de los alumnos del mejor al peor.

Los alumnos reconocen su destino como algo vinculado de manera negativa (“Cuanto más ganes, peor para mí; cuanto más gane yo, peor para ti”), se esfuerzan por ser mejores que sus compañeros (“Puedo vencerte”), trabajan para despojar a los demás (“Mi ganancia significa tu pérdida”), consideran que las recompensas tales como las notas son algo limitado (“Sólo unos pocos podrán sacarse un 10”), festejan los fracasos de sus compañeros (“Tu fracaso facilita mi éxito”) y creen que los individuos más capaces y merecedores se vuelven “ricos” y los menos capaces y me­recedores se vuelven “pobres” (“Los ganadores siempre ganan, los perde­dores siempre pierden”). La mayoría de los estudiantes siente que la es­cuela es una empresa predominantemente competitiva (Johnson y John­son, 1983a).

El empleo de la competencia en el aula y la escuela ha sido motivo de considerables controversias. Al igual que el aprendizaje coope­rativo, el aprendizaje competitivo tiene sus críticos y sus defensores. Esta controversia puede resolverse: (a) examinando las investigaciones y (b) detallando la naturaleza del aprendizaje competitivo construc­tivo, el papel del docente en su puesta en práctica y los elementos básicos que lo hacen funcionar .